viernes

El mercadillo de mi pueblo

Los sábados son días que molan. En mi pueblo hay un mercadillo en donde puedes comprarte desde un juego de vajillas de procedencia desconocida cuatro veces más caro y diecisiete veces más feo que en ikea, pero que a mi madre le parece un ofertón, hasta todo el conjunto de riguroso negro para rendirle luto a tu difunto marido que acaba de morir en la cama de otra mujer y a la que todo el mundo conoce como “La Tránsita”. Bueno, aunque como mi pueblo se encuentra situado en la comunidad de Extrema y dura, en este mercadillo tan duro también puedes optar por el otro extremo y del mismo modo se te ofrecen una multitud de posibilidades en cuero y estampados de leopardo para construir a tu nuevo personaje: la puta del pueblo.
Justo al principio del inicio, en el km 0 del mercadillo, se encuentra la iglesia de Santiago, monumento austero de arquitectura parca y paredes blancas, la tradición de ir a tocar la campana para pedirle al santo marido y poder casarse pronto y bien, la mantienen con vida y en plena actividad.
Mi madre compra mi silencio con 100 gramos de aceitunas “machás” y luego ya tiene vía libre para humillarme en el puesto de las taras de lacrose o blueberri y hacerme probar un vestido de Nochevieja 7 temporadas a.C pasadas en la furgoneta del gitano. Yo ignoro sus comentarios acerca de mis bragas y humilladamente digna salgo de la furgoneta para intentar olvidar lo que acaba de suceder allí dentro.
Una cruelísima nostalgia me hace recordar uno de mis lugares favoritos de antaño. Los pollos de colores. Delante de la iglesia e irónicamente a unos cuantos pasos de la salvación divina, estaban esas jaulas de pollitos radiactivos que gritaban histéricos pidiendo misericordia y una muerte digna, alejada de las manos de cualquier cándido chaval de 7 años a el cual las 12 horas de dibujos animados infames le han regalado un bonito trastorno hiperactivo con tendencia asesina. El chaval tendrá más suerte que el pollito y dentro de 50 años podrá jubilarse prematuramente por haber sido una generación expuesta a las radiaciones de Bob Esponja. Pero pobre pollito.
En vez del puesto de los pollos ahora hay un puesto de turrones. Sí. Durante todo el año. Creo y no quisiese pecar de fanatismo local, pero puedo decir con la cabeza bien alta y total seguridad, que mi pueblo es el único sitio en el mundo en donde puedes comprar turrones, mazapanes y polvorones un 24 de agosto a 35 grados. Me extraña que la concejalía de turismo aún no haya evaluado la posibilidad de explotar este tirón para incitar al turismo a consumir y a vivir esta experiencia extrema en cualquier época del año. Pero como últimamente veo el tema un poco parado quería contaros de primera mano todo lo que podéis vivir en un solo día, a ver si os animabais a conocerlo. 

Por cierto, un aviso, la gente de mi pueblo siempre te va a ver más gorda. Aunque no te conozcan, aunque no te hayan visto nunca, aunque tengas problemas de anorexia nerviosa. Es algo que tienen en sus retinas. Un extraño ojo de pez, supongo que producto de la dilatación ocular del calor en sus ojos por las gafas de sol marca Ban Ray que vende el gitano guapo del penúltimo puesto. Pero no es cierto. No te vengas abajo que tu exhaustiva dieta de pasta y arroz durante 5 años consecutivos ¡funciona!

2 comentarios:

  1. Hola Cristina, a través de Lucía Sanabria, familia mía, he leido esta descripción tan excacta del mercadillo de Villanueva y te comento que a 800kms. de distacia,desde Alicante "Casa de la Primavera" (según Fdez. Flores) me siento identificada con todos y cada uno de los momentos que explicas¡¡¡es genial!! cuando he estado por allí, cuando he pensado cosas parecidas a estas... te digo de verdad que has hecho una redacción ESTUPENDA!!! Tengo ganas de volver y lo haré cualquier día, porque las circunstancia de la vida me han movido hacia otros destino, pqeo cuando se serene todo, iré a ver la Carrerita, que me encanta y por supuesto al mercadillo el sábado. Gracias por acercarme a vosotras. Un beso Prisca Naranjo

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  2. cristina,el recorrido es sensacional;el refresco de sensaciones y olores es inigualable.espero poder volver pronto a el SABADO.Continua escribiendo,me encata

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