sábado

Copia o inspiración

No tenía pensado actualizar tan rápido. Seguro que todo está relacionado con mi fascinante capacidad para perder el tiempo.
Esta entrada está dedicada a todas las grandes ideas, esas ideas de otros pero que te hubiese encantado tener a ti primero. Grandes ideas, ejecutadas de una forma brillante y que además tienen algo más, algo especial, algo indescriptible, y algo que por suerte, diferencia la copia del original, y que hacen evidente lo complicado que es llegar a la inspiración y lo fácil que es caer en la fea tentación del plagio.
Yo lo dejo caer, por si las casualidades de la vida vuelven a aparecer y mañana viene movistar o loterías del estado con un spot superoriginal, que sepais que estos jefes ya lo hicieron antes.

70 Million by Hold Your Horses ! from L'Ogre on Vimeo.



Y ahora os dejo juzgar por vosotros mismos:
BMW vs procrastination
Lotería vs her morning elegance
Movistar vs D.A.N.C.E
Movistar vs Daft Hands
Movistar vs PikaPika
Sony vs KozyNDan1 KozyNDan2

Definitivamente sigo sin creer en las coincidencias, y además, si pagan miles de millones por una canción de los Rolling ¿porqué no pagar también por una idea?

jueves

Por suerte para las perdices ellos nunca fueron felices

Hoy mi padre se ha comprado un ordenador para jugar al solitario. Me imagino que lo habrá hecho para joder a mi madre. Llevan todo el día enfadados. A mi me apetecía tener ordenador y dejar de ir al de la biblioteca municipal que además huele a sobaco, por eso he preferido evitar enfrentamientos.
Mi madre le ha estado insultando durante dos horas seguidas. Le ha dicho “idota que eres un idiota” y también “imbécil que eres un imbécil”, me acuerdo porque mientras mi madre los gritaba yo lo he ido escribiendo en el ordenador, pero como escribo muy lento y mi madre habla muy rápido no he sido capaz de anotarlos todos. De todas formas no es un secreto que mi madre no tiene habilidad especial para los insultos, prefiere las voces y los chantajes del tipo “a partir de ahora vas a follar con el ordenador”. ¿Mis padres follan?
Yo supongo que los de la tienda de ordenadores habrán timado a mi padre. Me imagino a un hombre con cara de desgraciado y pinta de instalador de aire acondicionado buscando desesperadamente un ordenador con solitario. Si yo fuese el vendedor de ordenadores no me lo hubiese pensado dos veces. “Pase, pase, ha venido al sitio adecuado, aquí tenemos el ordenador que usted necesita” ¿Qué usted necesita? ¿Estamos hablando del mismo hombre? Podrían haberle vendido una tostadora.
A mí, mi padre me gusta, vamos que no me molesta. Es como un mueble más del salón. Nunca levanta la voz, y cuando se cabrea hace cosas estúpidas que siempre terminan en catástrofe, pero suele ser muy de vez en cuando. Sabemos lo que esperamos el uno del otro. Él sabe que yo no seré ingeniero de caminos industriales y yo no espero que él me enseñe a jugar al béisbol en el césped del jardín, mientras que nuestro precioso golden retriever a cámara lenta nos roba la pelota. Entre otras cosas porque no tenemos ni perro, ni jardín. Aunque una vez una gata preñada medio moribunda se coló por la ventana para parir en nuestra cocina. Yo desde entonces, siempre cuento que tuvimos una gata.
Mi madre ya es otra cosa, su incapacidad para asumir la vejez con dignidad la ha llevado ha convertirse en una mala imitación de Norma Duval. Por eso, se empeña tanto en parecer una puta. Recuerdo con exactitud el día de mi comunión, el plato fuerte eran croquetas congeladas. El olor a fritanga incomodaba a los invitados. Y mi madre me obligaba a pasear los platos de plástico con los calamares fríos porque si nadie se los comía los íbamos a tener que cenar. Desde aquel día, espero con ilusión el momento en el que se largue con algún vendedor de seguros, de esos con peluquín y cara de putero insaciable.
Respecto a mí, los granos me hacen perder toda mi autoridad. En la pubertad, tener granos es la fiel prueba de que eres idiota. Todo cambiaría si tuviese moto. Con granos y moto uno ya puede permitirse el lujo de entrar en el mercado. Jodido lo tienen los de gafas y aparato. Aunque yo no lo llevo del todo mal, en Internet he conocido a una mejicana con unas tetas gigantes que me ayuda ha sobrellevar el día a día.
La he prometido que algún día iré a verla y me quedaré dormido entre sus tetas...

lunes

Los hermanos martínez

Ahora, unos meses más tarde, dudo totalmente de la eficacia de mi campaña, en realidad, dudo de la eficacia de cualquier campaña destinada a concienciar y convencer a los niños sobre lo importante que es y será la lectura a lo largo de su vida.

Podemos demostrar, jugar, informar, sobre este hecho. Pero creo que ni aunque el mismísimo bob esponja apareciese en su habitación para decírselo en persona, serían capaces de crear un hábito que no tienen.

Quizás confundimos el público, posiblemente la efectividad aumentaría si nos hubiésemos dirigido a padres y madres. Son ellos quienes, desde mi humilde opinión, tienen la responsabilidad de poco a poco ir creando sus diminutos pero importantes valores, su sentimiento de conciencia y por supuesto, sus conductas, ya sea lavarse los dientes después de las comidas, o leer un par de páginas de aquel libro que le regalaron por su cumpleaños y del que apenas se acuerda.

Aun así, creo en la potencia de mi mensaje, pienso de corazón que leer te hace cada día un poquito más libre y si quienes te lo dicen son los Hermanos Martínez, pues mejor que mejor...



La familia martínez

miércoles

La historia de cómo conocimos a Carlitos y Patricia

Entre menú y menú de la facultad surgió la idea. Ese día tocaba paella. De estas paellas que confeccionan única exclusivamente para menús universitarios. Paellas con detodo, mejor no indagar en los ingredientes pero yo un día me encontré un trozo de rollito primavera. El caso es que decidimos poner a prueba nuestro innato poder de convicción y enviar un mail a Carlitos y Patricia, la idea era ir a conocerlos, teníamos pensado viajar a Barcelona para asistir a el día C y otros asuntos personales que no mencionaré (playa, compras, chicos guapos) pero como las compañías aéreas no paraban de aterrorizarnos con sus desorbitados precios, necesitábamos ese empujoncito para decidir definitivamente gastarnos todo nuestro dinero previsto para el mes de mayo durante los últimos días de abril, y así estar los próximos 30 días alimentándonos a base de pasta y arroz.
Nuestro mail reunía las cualidades necesarias para ser leído y no contestado, o ni si quiera leído ni contestado. No se en qué momento imaginamos que con nuestro cordial y aburrido asunto: “alumnos publicidad salamanca”, pretendíamos despertar el interés de unos creativos muy creativos a los que seguro que se les ocurren asuntos para sus mails mucho más divertidos. Como siempre, las cosas nos salen al contrario de como imaginamos, y unas horas después, en mi bandeja de entrada repleta de spam y publicidad sobresalía un prometedor mail. La total naturalidad y la rapidez con la que nos contestaron se nos fue un poco de las manos. Empezamos a maquinar cosas. Sólo diré que en nuestra cabeza había disfraces y cerdos, muchos cerdos. Finalmente y tras una cálida despedida a nuestro saldo en la tarjeta de crédito compramos billetes: aceptar, aceptar, tasas, impuestos, aceptar, seguro: no gracias no quiero seguro, comprar, pagar: ¡Nos vamos a Barcelona!
Por suerte todos nuestros descabellados planes se disuelven con los días y logramos poner los pies en la tierra: decidimos encargar un típico hornazo salmantino con la inscripción “Carlitos y Patricia” y un simpático y sonriente cerdito dibujado, así como con masa de empanada. No se nos ocurría mejor ejemplo posible para demostrar que del cerdo se aprovecha todo y aquí en Salamanca son unos auténticos expertos en el arte del aprovechamiento porcino. (Véase la jeta o los propios ingredientes del hornazo). La artista pastelera pensó que como el orden de los factores no alteraba el producto prefería poner “Patricia y Carlitos” y el pobre cerdito no estaba tan contento como habíamos imaginado, seguro que no le hacía mucha gracia que nos lo fuésemos a comer.
El olor del hornazo nos acompañó durante todo el viaje. A la mañana siguiente los nervios empezaron a aparecer, estábamos justo al lado, por lo que decidimos ir a desayunar a un bar cercano para así preparar las preguntas. 12’20 de la mañana, ya estábamos en la calle de la casita de Carlitos y Patricia, el número de la puerta no aparecía por ningún sitio pero por la decoración de su balcón se hacía evidente que ya habíamos llegado. El portero nos despejó las pocas dudas que teníamos “si queréis grabar el primer cerdo que os encontrareis, aquí tenéis el del buzón” y efectivamente allí estaba. Con cámara en mano subimos las escaleras y su famoso felpudo nos dio la bienvenida a su más que nunca república independiente. Justo antes de entrar, Marina dijo que les diésemos nuestras sudorosas manos como saludo, idea que, momentos después desapareció cuando nos dieron dos enormes besos. La casita era impresionante, nos sentamos en el sofá de la siesta a esperar a que viniesen, mientras tanto nos ofrecieron de todo, hasta cerveza. Por nervios y quizás vergüenza rechazamos lo brindado, aunque yo me estaba muriendo de sed, en seguida desobedecieron nuestras palabras y aparecieron con agua fresquita y un plato de pistachos. Qué buen rollo. Yo no paraba de sudar y me abalancé hacia los vasos de agua. Mientras esperábamos observamos las cosas que había por allí. Junto a la chimenea había unos palos de golf. ¿Jugarán al golf? Pues no les pega nada.
No se cuanto tiempo después ya estábamos como en nuestra propia casa. Nos hicieron sentir muy a gusto. Carlitos es como si fuese tu primo, cercano, amable y gracioso, y Patricia es dulce como un caramelo.
Les dimos el hornazo y les encantó. Se hicieron fotos mientras lo habrían y a la hora de partirlo avisaron a todos los que estaban por allí para que probasen un trozo. Parecía ser que a todos se nos olvidó lo de la operación bikini.
Después nos contestaron a todas las preguntas que les hicimos, incluida la de si jugaban al golf, y estábamos en lo cierto, no jugaban al golf, nos pasearon por su casa, enseñándonos habitación por habitación y para rematar nos pusieron las clásicas narices de cerdo para posar para su blog.
Fue una experiencia muy enriquecedora y agradable.
Yo de mayor quiero ser como ellos.
Para contar la parte fea de la historia tengo que trasladarme a unos días más tarde, el sábado, nuestro último día en Barcelona, justo antes de volver a casa. Celebrábamos con una cerveza bien fría el fin de nuestro viaje y un malísimo individuo apareció en el bar llevándose mi bolso y nuestra ilusión. En el bolso estaba la cámara y todo el material audiovisual que teníamos para recordar este grandísimo viaje. Es por eso y no por otra cosa por lo que me he visto obligada a transcribir con el máximo detalle lo que nos ocurrió en Barcelona.